Tras la catástrofe del norte, aparece un espectacular desierto florido
- ecopatiochile
- 7 oct 2015
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Las lluvias caídas en marzo y agosto propiciaron que el fenómeno se repitiera dos veces en el año, algo inusual coinciden tanto Sernatur como los operadores en Atacama. Se esperan que las visitas superen las 20 mil personas de aquí a noviembre. Máxima floración se observará durante este mes de octubre.


la inusual caída de agua que azotó a la zona más árida del territorio chileno trajo también como consecuencia la transformación del desierto, donde ahora han florecido más de 200 especies nativas que impregnan el desierto de inusuales aromas y colores.
“La región de Atacama se ha visto golpeada, pero también favorecida por el fenómeno del desierto florido, que ocurre sólo cuando llueve, esta vez a causa del fenómeno de El Niño y el cambio climático”, señala a Efe el director del Servicio Nacional de Turismo en Atacama, Daniel Díaz.
Debido al clima árido característico de la región norteña, la floración ocurre cada cuatro años o más. “En períodos de sequía, incluso han pasado más de diez años sin ver el majestuoso paisaje multicolor en su esplendor”, explica Díaz.
“La intensidad de la floración de este año no tiene precedentes. Además, el hecho de que haya ocurrido dos veces en un mismo año es algo inédito en la historia del país. Estamos sorprendidos”,dice.
“Lo que ocurre aquí atrae a turistas europeos, estadounidenses y japoneses que vienen a fotografiar el paisaje y los alrededores. Pero nosotros, que tenemos esta bendición a un par de horas, no lo aprovechamos”, se lamenta Rodrigo Arcos, guía turístico de la zona.
“Es una experiencia única, que aprovechamos para registrar la dinámica del ecosistema, observar cuánto viven las flores y catalogarlas”, explica Rodrigo Arcos a Efe.
La alfombra multicolor “es un atractivo para los amantes de la naturaleza, un fenómeno que aún no termina de entenderse y que la ciencia no ha podido explicarlo completamente”, relata.
Nolanas de color celeste y lila, coloridas patas de guanaco, delicadas añañucas y las endémiccas garras de león aparecen al borde del camino en el recorrido entre Copiapó y Vallenar, a ocho horas de Santiago.
